sábado, 20 de octubre de 2012

De verdad, no entiendo.

No entiendo por qué te espero, no entiendo por qué te quiero.
No entiendo por qué me enamoré precisamente de ti.
No entiendo cómo logras hacerme feliz.
A pesar de la distancia, es a ti a quien quiero, no importa que tú
estés allá, ni que yo esté aquí. No te tengo, es verdad;
pero cada mañana me pregunto si mejor tomo éxtasis
para matarme o tomo café para olvidarte. Pero he llegado
a comprender una cosa: Te amé y lo sigo haciendo,
tal vez más que a mi propia vida.

Cada vez que me levanto, me pregunto:
¿Qué hiciste para enamorarme?
¿Cómo fue que me metí en este embrollo?
¿Quién habrá querido verme sufrir tanto?
¿Quién puso en ti todo lo que he estado buscando?
¿Cómo es que te amo tanto?
¿Cómo es que me haces tan feliz estando lejos?
¿Cómo es que pude desatar este gran nudo en mi garganta?
No entiendo, no sé. Sinceramente no sé cómo responder
a todas estas incógnitas que me torturan cada día.

Tal vez necesite un psicólogo o simplemente el no pensar en ti.
Pero de algo si estoy segura, de que te espero, de que te amo
y de que es contigo con quien quiero pasar el resto de mi vida.
De que eres el amor de mi vida y de que todos mis sueños
te pertenecen y te pertenecerán siempre.